Carlos Iglesias: «Mi mujer es maravillosa»
Hace tiempo que sigo la trayectoria profesional de Carlos Iglesias, antes incluso de que estrenara su ópera prima, ‘Un franco, 14 pesetas’, por la que le nominaron al Goya como Mejor director novel. Un actor y director de cine de quien destacaría su sensibilidad para llevar a la gran pantalla experiencias propias como la emigración, y otras que ha abordado con la seriedad que le caracteriza: ‘Ispansi (españoles)’, en la que cuenta el envío de miles de niños españoles a la Unión Soviética al inicio de la Guerra Civil.
Vuelve con ‘Abuelos’, una comedia de Santiago Requejo que habla de la situación de esos hombres y mujeres, mayores de cincuenta, a quienes las empresas apartan del mercado laboral. Una película en la que comparte protagonismo con Ramón Barea, Roberto Álvarez y Ana Fernández. De sus nuevos proyectos profesionales, su familia, de la actualidad de nuestro país… charlamos animadamente con el actor, director y guionista. Y esto fue lo que nos dijo.
Carlos, ¿qué aporta ‘Abuelos’ a quienes se sienten rechazados por la edad?
Gracias a esta película me he informado de que hay un millón ochocientas mil personas en nuestro país, grandes o medianos profesionales, ya que no todos pueden ser ingenieros, que dejan de trabajar porque sus empresas les despiden a partir de los 45 o 47 años, cuando todavía están en plenas facultades. Viéndose abocados a cruzarse de brazos, a sentarse en un parque porque no tienen nada que hacer, con lo que eso supone para la cabeza. Lo curioso es que vivimos en una sociedad en la que te puedes morir antes de aburrimiento que de hambre.
¿Es por lo que aceptó la propuesta de Requejo?
Lo que más me ha sorprendido es que un tema como éste se le haya ocurrido a una persona tan joven como Santiago Requejo, que no llega a los 34 años.
Será porque interesa a la gente.
Efectivamente, cuando yo le pregunté cómo se le ocurrió, me dijo: es un problema que he visto que padece gente de mi entorno, mi padre, mis tíos. Una actitud muy generosa por su parte, ya que se trata de su primera película.
Que sea una comedia, ¿le quita dramatismo?
Sí, porque como comedia debe tener un final feliz. Aunque no cabe duda de que podría haber sido un filme muy ácido, porque el drama es brutal. Yo interpreto a un parado de cincuenta años que tiene que hipotecar su casa para llevar a cabo un proyecto con un par de amigos con los que decide poner una guardería. Es una propuesta muy brillante porque está muy equilibrado el drama y la comedia, hay momentos de comedia pura muy bonitos, y momentos muy tiernos que provocan la lágrima en mucha gente.
«En España no se valora la experiencia. Las empresas despiden a gente preparada para contratar a jóvenes con sueldos muy bajos”
Usted fue pionero al tratar temas como la emigración.
Yo dije en su momento que era un emprendedor porque a través del teléfono tuve que empezar a buscarme la vida con películas como ‘Un franco, 14 pesetas’, en las que arriesgas mucho, no solo tiempo y energía, sino tu propio patrimonio para conseguir distribuirlas.
Se habla de los emprendedores, sin tener en cuenta que no todos triunfan.
Así es, aunque no cabe duda de que el emprendedor en general lo que hace es llevar a cabo una ilusión, sobre todo si el trabajo que desempeña no le gusta. En este caso, la jubilación o el paro forzoso puede darles la oportunidad de llevar a cabo una actividad distinta que le puede ir muy bien.
¿Lo dice con conocimiento de causa?
En cierta manera sí, porque me acordaré toda mi vida de que a mi padre, que era mecánico fresador en Pegaso, le prejubilaron con 55 años y agarró una depresión tremenda, porque lo único que le había enseñado la vida era a trabajar. Cuando ya no pudo dedicarse a lo que había sido su profesión, cayó en picado y no sabes lo que le costó superar esa depresión.
Levantarse y no saber qué hacer, desmoraliza a cualquiera.
Mi personaje en ‘Abuelos’ trata precisamente de quienes en esa situación ven cómo gente de su edad o un poco mayores, invierten todo su tiempo en jugar a la petanca o con los nietos, y él no quiere llegar a eso. No necesita trabajar para comer porque tiene una buena casa y una mujer que trabaja, pero necesita un estímulo para enfrentarse cada día a la vida. Necesita alimentar el alma más que el cuerpo.
¿En qué tipo de sociedad vivimos que no hay trabajo para los jóvenes, ni tampoco para los de 50?
El otro día hablaba con unos amigos de que la franja laboral es mínima si la comparamos con lo que vivimos. Realmente lo que venden las empresas es que despiden a la gente muy preparada, con experiencia, para que esos puestos los ocupen los que acceden por primera vez al mundo laboral.
Es una verdad a medias.
Por supuesto, porque lo que hacen es pagar a esos jóvenes sueldos muy bajos, con los que no pueden vivir, ni independizarse. Y a quienes dejan en el paro les dejan sin ninguna motivación para seguir viviendo.
¿Es algo que sólo ocurre en España?
Como bien sabes, me he criado en Suiza, donde tengo amigos de mi edad que se permiten el lujo de cambiar de trabajo por gusto, para estar cerca de sus hijos o por cualquier otra razón, y lo hacen porque en Suiza sí valoran la experiencia, en España no.
La inmigración es un drama que nadie sabe cómo resolver.
Recuerdo que para documentarme para rodar ‘Un franco, 14 pesetas’, hice entrevistas a inmigrantes españoles e italianos que vivían en Suiza, y tanto los unos como los otros, eran contrarios a que llegasen más inmigrantes. Ellos, que habían conseguido su parcela de bienestar, se negaban a que la consiguieran otros. Es lo que está pasando ahora.
¿Entiende esa postura tan egoísta?
No: si fuéramos más reflexivos, teniendo como tenemos una población envejecida, con amplias zonas despobladas, nos daríamos cuenta de que acogiendo a esas personas que llegan de fuera, nos iría mejor.
En ‘Ispansi (españoles)’cuenta lo bien que trataron en Rusia a los niños de la guerra.
En Rusia no, en la entonces Unión Soviética trataron muy bien a los niños de la guerra. Tan bien, que algunos me confesaban que cuando no había un trozo de pan para un niño ruso, sí lo había para un niño español.
Y eso, ¿por qué?
No era un regalo, pensaban que esos niños serían los que gobernarían España a la caída de Franco. Algunos volvieron, la mayoría con dos carreras, porque la educación en todos los países del Este era muy buena.
¿Conoció a alguno?
Recuerdo a una señora que tenía 82 años y era ingeniera y arquitecta. Me contó que cuando volvió a Asturias, su hermana, de más o menos su misma edad, era analfabeta.
Todas estas experiencias le habrán abierto mucho la mente.
Estas cosas que vemos en las películas, te enseñan historias, experiencias que de no haberlas visto, no conocerías. Todo ayuda a tener una idea más clara de lo que es el mundo y por qué se mueve de esta o de otra manera. Siempre digo que la gente más radical es la que no ha viajado.
«Me disgusté cuando mi hija Paula nos dijo que quería ser actriz»
¿No es llamativo que sean los abuelos quienes se manifiestan por las pensiones que van a cobrar sus nietos?
El problema, Rosa, es que no sabemos hacia dónde dirigir la energía o el enfado, porque estamos en un mundo tan globalizado que ni siquiera lo saben nuestros políticos, porque las decisiones se toman en otras instituciones. No sabemos a quién contarles nuestros problemas, seas de izquierda o de derechas, ninguno va a solucionarlo.
Me pinta un panorama decepcionante.
Sí lo es, porque antes sabíamos quiénes eran los buenos y los malos, ahora no.
¿El humor es la panacea para nuestros males?
El humor es una forma muy inteligente de contar cualquier cosa y, con más humor, seríamos mucho más felices.
Prepara el estreno de su próxima película.
Sí, el 17 de enero estreno ‘La suite nupcial’, de la que soy guionista, director y protagonista. Es una comedia muy divertida, basada en una obra de teatro que escribí hace tiempo. La he rodado en Toledo, en un hotel de cinco estrellas y trata sobre la relación de pareja, cuando el amor carnal se va diluyendo y surge la novedad de la joven….
Otro tema de actualidad.
Sí, sí, es una comedia que de alguna manera también aborda el tema de la edad.
Tiene dos hijos, ¿alguno sigue sus pasos?
Paula tiene 25 y Álvaro 23. Paula nos ha sorprendido cuando hace dos años y medio nos dijo que quería ser actriz. A mí me dio un disgusto tremendo porque sé que hay un 25% de actores en paro, pero la verdad es que vale para ello y considero que es muy buena actriz. Y, ¿quién soy yo para negarle que lleve a cabo sus sueños, si yo me enfrenté a mis padres por ser actor?
¿Tenían otros planes para usted?
Les hubiera gustado que trabajara en un banco, que era lo que querían la mayor parte de los padres de esa época.
Qué otra cosa podría ser su hija siendo sus padres, los dos, actores.
Primero estudió Imagen y Sonido, que parecía que era lo que le gustaba, hasta que un día nos dijo que quería ser actriz. Precisamente en ‘Abuelos’, en una primera secuencia muy brillante que hay, aparece un personaje que cuando yo voy a buscar trabajo, me echa por los suelos….
Y esa chica, ¿es Paula?
Sí, y encima le dieron ese papel que me humilla tremendamente.
Hay un estudio que dice que 9 de cada 10 españoles de los que se separan, dejan a su mujer por otra más joven.
¡No me digas! Lo tengo que buscar.
«A mis padres les hubiera gustado que trabajase en un banco»
¿La juventud es contagiosa?
Yo creo que está bien hasta cierto punto, porque hay un momento en las relaciones que no entiendes el código, porque la pasión pasa, y para mí, que trabajo con mucha gente joven, siempre es gratificante escucharles hablar porque te acuerdas de lo que fue tu juventud. Al final, la historia se repite.
Y Álvaro, ¿a qué se dedica?
Anda un poco disperso, ha estudiado Imagen y Sonido, es un fotógrafo muy bueno, ha hecho unos documentales en África increíbles y lo que quiere es recorrer el mundo viajando. Tanto a su madre como a mí nos da mucho miedo, tal y como está el mundo. Y yo he viajado mucho pero, basta que sea nuestro hijo, para que pases miedo.
¿El actor nace o se hace?
No es un oficio que se aprenda, tienes que nacer siendo actor, lo que sí aprendes son algunas picardías. Si no naces siendo actor, nadie te va a enseñar a que transmitas verdad porque es imposible.
¿De dónde le viene a usted la pasión por la interpretación?
A mí me metió el gusanillo una tía mía, María, que trabajaba en Roma y no sé por qué tenía relación con gente del cine. Cuando venía a Suiza a visitarnos, veía que me entretenía haciendo de indio americano en mi casa. Y le dijo a mi padre: cuando sea más mayor me lo voy a llevar a Italia para matricularle en una Escuela de Arte dramático.
Vio que apuntaba maneras.
No sé, pero muchos años después cuando nos vinimos a España, en verano yo contaba películas de miedo, junto a una barca que había en la playa. Algunas me las inventaba pero ya había cogido tanta fama que incluso bajaban las madres de mis amigos a escucharme. Una de esas madres se me acercó y me preguntó: Carlos, tú esto no lo has visto, te lo has inventado, ¿verdad? Le dije que sí. Y me contestó que cuando volviera a Madrid le llamara porque le gustaría meterme en la Escuela de Arte dramático.
Dicen que los actores no se jubilan nunca.
Porque la ventaja de ser actor es que como eres un espejo de la sociedad interpretas personajes de diferentes edades, pero también son modas.
«Eloísa, mi mujer, tiene tantos valores para haber triunfado como yo, o más»
Explíquese.
Cuando tenía 20 años los mejores personajes se los llevaban los de 50, ahora que tengo 50, se los llevan los de 20.
No pagan la cuota de la invisibilidad.
Porque no estamos tan ligados a la estética como las actrices.
Cómo conviven dos actores juntos.
Al lado de una persona que ha triunfado, en este caso yo, siempre hay otra que carga con la parte más difícil, porque cuando yo me iba a festivales tenía la confianza absoluta de que mi mujer, que es maravillosa, cuidaba de mis hijos. Eloísa tiene tantos valores para haber triunfado como yo, o más.
Mi foto favorita
«En esta foto estoy con mis padres en Suiza. A mi madre, la he admirado por el importante papel que ha desempeñado en mi familia»
¿Quién es Carlos Iglesias?
Nació. En Madrid el 15 de julio de 1955. Sus padres emigraron a Suiza, donde Carlos vivió hasta los 13 años, cuando se trasladaron a Madrid y Alicante.
Inicios. Se convirtió en actor tras sustituir a un compañero enfermo en un grupo de teatro independiente, y acabó estudiando en la Real Escuela Superior de Arte Dramático.
Trayectoria. Aunque se dio a conocer en ‘Esta noche cruzamos el Mississipi’ interpretando a Pepelu, le llega la fama dando vida a Benito Lopera Perrote, en la serie ‘Manos a la obra’ (Antena 3). En televisión ha trabajado en numerosas series. Su incursión en el cine la hace con ‘Un franco, 14 pesetas’, relato autobiográfico sobre un grupo de españoles que emigran a Suiza, con el que le nominaron al Goya como Mejor Director Novel. Más tarde rueda ‘Ispansi’ (españoles), donde narra las vicisitudes de los miles de niños enviados a la Unión Soviética al comienzo de la guerra civil española. En 2014 estrena ‘2 francos, 40 pesetas’, segunda parte de su ópera prima. ‘Abuelos’ es su última película.
Familia Está casado con la actriz Eloísa Vargas. La pareja tiene dos hijos.
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