Así es Isabel Elbal, pareja, socia y apoyo mediático del abogado de Puigdemont y Sito Miñanco

Gonzalo Boye es un letrado polémico. No solo por su participación en casos como el del rapero Valtonyc, también lo es por su pasado: por ejemplo, por su implicación en el secuestro de Emiliano Revilla, por el que ya cumplió condena. Y por su presente: sigue siendo el abogado de Carles Puigdemont, Toni Comín y Meritxell Serret y la Audiencia Nacional acaba de registrar su domicilio buscando pruebas de blanqueo de dinero relacionado con otro de sus clientes, el narcotraficante Sito Miñanco. En ese hogar vive con Isabel Elbal, que además de su pareja y madre de su hija, es socia en el bufete que ambos tienen en Madrid.

En …Y ahí lo dejo, título del libro que el letrado presentó en marzo y en el que se autrorretrata como el cerebro de la huida de los políticos fugados a Bruselas, revela que se involucró en el caso a petición de Jaume Asens, abogado y entonces número 3 de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau. Tras explicar cómo llegó a esa situación y hablar de “Efecto Dominó" –el documento en el que redactó su estrategia de defensa–, hace entrar a su mujer en escena: “Comenzó a hablar de las vacaciones de Navidad, de que su madre vendría con nosotros y no sé cuántas cosas más; yo estaba absorto en mi redacción y me limité a contestarle ‘Ahora no, Isa’, pero ella insistió sin ser consciente de lo que estaba sucediendo”, explica Boye sobre el momento en que estaba preparando una estrategia que resultaría clave para Puigdemont y los suyos.

A ella se refiere como “pareja y compañera en todas las luchas”. Es también la madre de su hija –él tiene otras dos de un primer matrimonio–, una niña de 10 años de la que habla así en esas páginas: “Elena, a la que le ha tocado vivir todo esto y sufrir sus consecuencias; la más recurrente, el escaso tiempo que le hemos podido dedicar en los puntos más álgidos del trabajo, pero también el bullying que sufrió en su colegio, producto del trabajo que realizamos sus padres en esta causa y que llevó a que, siendo una excelente alumna, a finales del curso tuviésemos que cambiarla”.

Tras el registro hoy de su domicilio ordenado por la jueza María Tardón, la web de su despacho de abogados aparece en mantenimiento y nadie contesta al teléfono fijo de esa oficina. Es el mismo número que por las redes facilitan algunos participantes de las manifestaciones de Barcelona por si alguno precisa asesoramiento legal. Por su parte, desde que se conoció la noticia, Elbal se ha limitado a retuitear los apoyos a su marido, incluido el de Puigdemont, que ha aprovechado para arremeter contra la justicia española: "Cuando alguien les gana y los deja en evidencia, embisten sin miramientos. Ahora encaramos la tercera euroorden y a @boye_g pretenden hacer difícil su trabajo. No lo conseguirán. Todo el afecto a su familia y a los trabajadores del despacho".

Su nexo con Izquierda Unida

Boye tiene fama de persona complicada: ninguna de las personas consultadas para este artículo ha querido dar su nombre. Entre ellos hay políticos con los que ha tenido algún trato, amigos que no quieren hablar en un momento delicado para el letrado, pero también excolaboradores de distinto signo que no han acabado bien con él. Esas personas también han conocido a Elbal, a quien describen como algo más "tranquila" que su marido. Los casos y los temas que abordan, sin embargo, son parecidos: libertad de expresión, garantías procesales o derechos humanos. Si Boye fue el abogado internacional de Valtonyc por la acusación de enaltecimiemento del terrorismo por la letra de una de sus canciones, Isabel Elbal fue quien representó a Willy Toledo después de que la organización Abogados Cristianos denunciara al actor por blasfemia en 2018.

Sobre ese caso, escribió Elbal un artículo en “Contrapoder’, sección de eldiario.es que se define como “una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical”. De esa tribuna salió un libro con el mismo nombre en el que colaboraron los dos socios de Boye y Elbal Asociados, entre otros abogados, y abordaban uno de sus temas favoritos: la politización de los jueces. Políticamente, Boye, militó en el pasado en el Movimiento de Izquierda Revolucionario de Chile, que adoptó tácticas terroristas en sus inicios y ayudó a ETA a organizar el secuestro de Revilla por el que Boye fue condenado.

Elbal, por su parte, firmó en 2016 el manifiesto que abogaba por la unión de Podemos e Izquierda Unida, y fue parte el mismo año del equipo negociador del partido de Alberto Garzón para intentar llegar a un pacto que permitiera a Pedro Sánchez formar gobierno. Precisamente contra el presidente en funciones iba dirigido su último tuit de la letrada antes de que se produjera el registro de su domicilio por la relación de su marido con Miñanco:

De Revilla a Palestina

Otro tema que une a la pareja es Palestina. De hecho, la petición de Asens le llegó a Boye cuando regresaba de Calcuta tras asistir a una reunión del Consejo de la FIFA en representación de la Federación Palestina de Fútbol. También formó parte de la “Operación Plomo Fundido” que tuvo lugar en ese mismo lugar en 2008 y él creía que sería su última "gran batalla jurídica". Luego, sin embargo, llegó el procés. Elbal, por su parte, es miembro del Palestinian Center for Human Rights de Gaza, pero también los une a ambos el Observatori DESC, especializado en derechos humanos y en el que trabajó Colau antes de adentrarse en la primera línea de la política.

“No estoy dispuesto a cruzarme de brazos y seguir viviendo en un sistema donde a la gente se la persigue por pensar diferente, por reunirse, por intentar decidir su futuro, por manifestarse o por escribir canciones o tuits que no gustan al poder establecido… En ese sentido soy tremendamente antisistema”, dice en el libro el hombre que dirige junto a su mujer un despacho ubicado en el barrio madrileño de Guindalera desde el que han representado también a Edward Snowden.

Antes, Boye tuvo uno en la calle Padilla, tocando al barrio de Salamanca. Lo abrió tras licenciarse en prisión, donde obtuvo el título de abogado por la Universidad de Educación a Distancia (UNED). Precisamente en una publicación de dicho centro, explicó que a principios de los 90 montó una consultora en Reino Unido, de donde es su primera mujer, Nina, con la que tiene dos hijas. Que en 1992 lo detuvieron por el caso Revilla, en el 1993 salió en libertad, pero en 1996 hubo sentencia y fue condenado a 14 años. Cumplió ocho y salió en 2002 licenciado en Derecho y orgulloso de ser parte del grupo de gente que un día lo persiguió: “En el juicio del 11-M he acusado codo con codo con quien me acusó: la misma fiscal que me acusó a mí ha sido la fiscal del juicio”, dijo sobre su participación en otro de los procesos más sonados de los últimos años.

Presencia en los medios

Desde que se unieron, Boye y Elbal se han apoyado mutuamente en todos los casos que han llevado y él reconoce que ella es clave para su trabajo. A su mujer le dedica buena parte de los agradecimientos de ese libro, en el que explica que todos las estrategias, así como los textos que redacta, pasan por el escrutinio de Elbal. En el libro también aparece “riñendo” a su marido por un tuit. “Tuve la ocurrencia, que no fue más que eso, de hacer un último tuit, más bien ya el primero de ese día 5 de abril, en el que puse: ‘Hoy será un buen día… y ahí lo dejo’. Y sin más, me tumbé a dormir unas pocas horas”.

Al encender el teléfono había un lío en la red social, porque muchos interpretaron que daría noticias importantes ese día relacionadas con Puigdemont. “La que has liado”, le dijo Elbal, pero él asegura que no era consciente del seguimiento que le hacían los medios a pesar de que los conoce e incluso protagonizó un documental dirigido por Sebastián Arabia en el que desplegaba tanta sed de pantalla como sombras sobre su persona: "Gonzalo es un enigma", reconocía en TVE el propio director de la cinta, una palabra que usan todas las personas consultadas.

Cuesta creer que Boye no viera venir el impacto de un tuit alguien que conoce unos medios en los que colabora, pues no solo tiene tribuna, como su esposa, en eldiario.es –en el volumen editado por Roca Editorial él explica en un par de ocasiones cómo prepara artículos para adelantarse a las corrientes de opinión que cree desfavorables para sus clientes– sino que también escribe en El Nacional, diario digital creado por el exdirector de La Vanguardia, José Antich. La pareja está acostumbrada a moverse con periodistas, ya que Elbal suele aparecer como experta en derecho penal en medios como La Marea y TV3para defender las mismas tesis que su marido está llevando a cabo en ese momento a la práctica.

Los dos saben por tanto capear crisis de comunicación y manejar las redes sociales, pero el eco de aquel tuit porque el que ella le llamó la atención a su marido –él asegura que Isabel es su crítica más exigente–, dejó tanta marca en él que lo escogió para titular su libro:"..Y ahí lo dejo”, se lee en la portada y en esos puntos suspensivos está la clave de un personaje del que nadie quiere hablar con la grabadora encendida.

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