Y entonces Victoria Federica creó el anti-majismo

Nació siendo la nieta del rey y creció sabiendo que sería solo la sobrina del siguiente, pero Victoria Federica de Marichalar se ha coronado como nuestra princesa rebelde. Hasta hace poco tan desconocida por el público como sus primos Urdangarin, la hija de la infanta Elena cumple mañana 19 años sentada en el trono que antes ocuparon la princesa Margarita de Inglaterra, Estefanía de Mónaco o el príncipe Harry.

Al contrario de lo que mucha gente cree, la popularidad que en los dos últimos años ha conseguido Victoria Federica no es el resultado de una artimaña de los medios de comunicación para convertir a la sobrina del rey en alguien famoso y poder explotar sus cuitas ante la sequía de las de otros personajes. Más bien, responde al glamour y fascinación que, desde el emperador-travesti Heliogábalo a Gloria von Thurn Taxis, siempre han ejercido y ejercerán aquellos reyes y aristócratas a cuyo paso el protocolo, el sentido común y las convenciones saltan por la ventana. Una rebeldía, por cierto, que cuando no se da en la figura del rey o poderoso en cuestión incluso puede ser útil para recalcar por contraste la seriedad o responsabilidad de aquel, algo que por ejemplo aprovecharon bien los guionistas de The Crown: en un episodio de la serie, la escena de una escapada en moto de la princesa Margarita con Tony Amstrong-Jones se entremezclaban con una aburrida velada de Isabel II y el duque de Edimburgo en palacio.

Lo novedoso de la hija de la duquesa de Lugo y Jaime de Marichalar es que su rebeldía pasa por hacer cosas que hasta hace poco eran normales dentro la familia real española.

En efecto, mientras que Felipe VI ha heredado de su padre la jefatura del Estado, muchos de los tics que conlleva el apellido Borbón han seguido el orden de primogenitura, pasando del rey Juan Carlos I a la infanta Elena y de esta a sus dos hijos.

El más claro de estos tics tal vez sea el de la afición a los toros. En una época en la que la tauromaquia es cada vez menos popular en España y mayor parece la posibilidad de que una ley acabe prohibiéndola, Victoria Federica empezó a hacerse conocida como personaje acompañando a su hermano Froilán a las corridas, una afición por “la fiesta” que la acerca a otras mujeres Borbón como la reina María de las Mercedes o a su propia madre y que al mismo tiempo la aleja de los actuales reyes o de la mayoría de jóvenes.

Por su parte, los supuestos romances de Victoria Federica de Marichalar con toreros como Gonzalo Caballero recuerdan al tipo de aristócrata que posaba para Francisco de Goya cuando, hace doscientos años, precisamente se puso de moda entre los nobles españoles adoptar modas y gustos populares como el de los toros, o sea, el “majismo”.

Goya quizás hubiera retratado a Victoria Federica de Marichalar y Borbón fumando un cigarrillo, otra de las cosas que la solemos ver hacer incluso cuando monta en patinete.

De nuevo, este hábito la diferencia de sus primas Leonor y Sofía, a las que la preocupación de doña Letizia por que mantengan una dieta saludable las ha perseguido hasta el comedor de su colegio. Y aunque fumar es un símbolo de rebeldía tan viejo que no es ninguna casualidad que Helena Bonham Carter, la nueva princesa Margarita de The Crown, aparezca fumando en las fotos promocionales de la tercera temporada, todavía resulta polémico por los riesgos para la salud que hoy todo el mundo sabe que conlleva.

De esta manera, las fotografías en las que la lánguida Victoria Federica aparece haciendo un gesto en principio tan corriente y ya mil veces visto como sostener un cigarrillo entre los labios han reforzado ese allure agresivo que tiene su imagen.

Algo similar a su afición por los toros ocurre con su puesta de largo. Hasta mediados del siglo pasado, este tipo de fiesta era una de las citas de rigor de la nobleza, pero coincidiendo con los posteriores esfuerzos de los reyes europeos por acercarse al pueblo fueron perdiendo fuelle y ni siquiera una familia real tan apegada a la tradición como la británica sigue celebrándolas, mientras que el caso de la española no se daba una desde la que dio don Juan en su exilio de Estoril en homenaje de su hija mayor, la infanta Pilar.

Cuesta imaginar a unos reyes tan poco amigos de la pompa como Felipe VI y doña Letizia siendo anfitriones de una de estas veladas para sus hijas. Victoria Federica, sin embargo, eligió celebrar sus 18 años precisamente con una puesta de largo, en la que la vimos pinchando con Juan Magán. La mezcla entre copas de champán de un torero como Gonzalo Caballero y una reina como doña Sofía no le hubiese sorprendido gran cosa a Goya, pero ella conseguía otra vez que una tradición resultara nueva y chocante.

Es la inventora del anti-majismo: ser popular haciendo cosas que dejaron de serlo.

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