Ayer, Meghan Markle ponía fin a su baja por maternidad presentando uno de los proyectos que más le han ilusionado desde que llegó a la monarquía británica: una colección cápsula de prendas que ella misma ha diseñado con fines benéficos y cuyos beneficios irán destinados a Smart Works, una ONG que ofrece asesoramiento y ropa a mujeres en riesgo de exclusión social a la hora de prepararse para las entrevistas de trabajo.

Para su primera aparición pública, Meghan escogió un sencillo look compuesto por un traje de pantalón negro de Jigsaw y una camisa blanca de Misha Nono que pertenecen a esta colección, dos prendas básicas que combinó con unos salones marrones y cinturón del mismo color.

Pero lo más llamativo del look de la duquesa no estaba en su ropa, sino en sus joyas. El evento era un día importante, pues suponía el regreso a la vida pública tras casi cinco meses dedicada a cuidar al pequeño Archie. Una ocasión especial en la que quiso estar acompañada por dos joyas que pertenecieron al joyero de Diana de Gales y estaban entre las favoritas de la madre de Harry.

Se trata de unos pendientes de oro con forma de mariposa que Diana lució en 1986 durante un viaje oficial a Canadá y que ahora forman parte del joyero de Meghan.

La duquesa de Sussex los lució el pasado otoño en su viaje a Australia.

Meghan también escogió un brazalete de oro abierto y rematado con dos piedras preciosas, una pulsera que Diana llevaba a menudo durante sus actos oficiales, como en esta ocasión en la que acudió a un evento en el barrio londinense de Mayfair.

Dos joyas de gran valor sentimental que demuestran cómo Harry ha transmitido a Meghan el amor y la admiración que siente por su madre.

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